La cerveza que probamos hoy puede ser considerada un clásico alemán, aunque su historia no se remonte tantos siglos atrás como sus creadores pretenden hacernos creer. Pertenece a la marca Schlappeseppel, una de las elaboradas por la cervecera Eder & Heylands en el municipio de Großostheim, en el distrito bávaro de Aschaffenburg. Según cuenta la leyenda (y su web, y las etiquetas de sus cervezas), el origen de Schlappeseppel se remonta a 1631, en plena Guerra de los Treinta Años. Fue entonces cuando el rey Gustav Adolf de Suecia tomó la ciudad de Aschaffenburg (hecho histórico real, hasta aquí todo bien) y, durante los preparativos para su recibimiento en la ciudad, los soldados se dieron cuenta de que no quedaba cerveza con la que obsequiarle, ya que ésta escaseaba debido a las adversidades de la guerra. La solución a este problema fue Josef Lögler, un soldado con conocimientos sobre la elaboración de cerveza, quien se puso manos a la obra y consiguió preparar suficiente cantidad de una deliciosa cerveza para ofrecer al victorioso rey. Debido a su cojera, Josef era apodado "Schlappeseppel", que significa algo así como "débil" o "derrotado". Éste sería el origen de la cerveza Schlappeseppel, en cuyo logotipo aparece inmortalizado el pobre Josef Lögler. Sin embargo, según historiadores alemanes, el tal Josef nunca existió y la toma de la ciudad es lo único cierto de toda la historia, mientras que el verdadero origen de la marca se situaría en 1803. En cualquier caso, se trata de una bonita historia y lo importante son las buenas cervezas de Schlappeseppel. La que hoy nos ocupa es una Märzen: Specialität, nombre sustituido en algunos mercados por "Special".
Se trata de una cerveza de un brillante color ámbar claro, transparente pues está filtrada. Es bastante carbónica por lo que resulta necesario servirla con cuidado, así obtenemos una gruesa y persistente capa de espuma, cremosa y de color blanco hueso. Su aroma es suave pero penetrante, maltoso con un toque de levadura, en él podemos apreciar sobre todo notas como pan y bizcocho, pero también un sutil toque floral. En boca descubrimos un tacto cremoso, un cuerpo mucho más denso del que su apariencia hace prever. El sabor es principalmente dulce, sólo con cierto amargor al final del trago, poco más que testimonial. El paladar se encuentra con un suave gusto a cereal, bizcocho y vainilla.
En resumen, una cerveza suave, maltosa, bastante dulce aunque no llega a empalagar. Sin ser una obra maestra, totalmente recomendable para los amantes de las Lagers alemanas. La mejor opción de maridaje serán unas buenas salchichas, aunque otras carnes a la parrilla también pueden servir para cumplir tal cometido.
Estilo: Märzen
ABV: 5,6%
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